En la pequeña ciudad de San Javier, había una feria muy especial cada año. Los niños y adultos esperaban con ansias la llegada del gran mago, Don Mateo. Su espectáculo era famoso porque podía adivinar lo que nadie más podía.
Una tarde soleada, Don Mateo subió al escenario con su capa larga y su sombrero puntiagudo. En sus manos tenía un mazo de cartas brillantes 🃏. Con una sonrisa en el rostro, invitó a alguien del público a participar.
« ¡Tú, joven! », dijo señalando a una niña llamada Clara. Ella subió tímidamente al escenario. « Elige una carta, pero no me la muestres », dijo el mago con voz misteriosa. Clara sacó una carta del mazo y la escondió detrás de su espalda.
Don Mateo cerró los ojos, movió las manos en el aire y murmuró palabras extrañas. La multitud guardaba silencio, esperando lo imposible.
Después de unos momentos, el mago abrió los ojos y dijo: « Has elegido la carta del rey de corazones, ¿verdad? »
Clara se quedó asombrada. « ¡Sí! ¿Cómo lo supiste? » exclamó sorprendida.
« Es un secreto de magos« , respondió Don Mateo con una sonrisa traviesa. « Solo los que creen en la magia pueden descubrirlo. »
La gente aplaudió 👏, y el mago continuó con más trucos, siempre adivinando las cartas elegidas por el público. Nadie sabía cómo lo hacía, pero todos salieron de la feria creyendo un poco más en la magia.
Al final del espectáculo, Don Mateo miró a Clara y le guiñó un ojo. « Recuerda, la magia está en creer. Y en observar bien lo que te rodea », le dijo antes de desaparecer detrás de una nube de humo.
Clara volvió a su casa, pensando que tal vez, solo tal vez, un día ella también podría adivinar las cartas.
Todo lo que necesitaba era practicar, y, por supuesto, un poco de magia ✨.